La amenaza de parto prematuro: un factor de riesgo para los trastornos del espectro autista
Un estudio reciente ha permitido subrayar la importancia del vínculo entre el estrés provocado por una amenaza de parto prematuro con un mayor riesgo a identificar síntomas del espectro autista en bebés a los 30 meses de edad. Esto destaca la relevancia de realizar tareas de detección precoz de dichos síntomas para iniciar un tratamiento temprano y así mejorar la calidad de vida del bebé y de su familia.
Recientemente, el grupo de Investigación en Perinatología del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia (IIS-La Fe) ha publicado un estudio en la revista European Child & Adolescent Psychiatry mediante el que se ha podido identificar un nuevo clúster en los trastornos del espectro autista (TEA). Este trabajo muestra que los bebés nacidos tras una amenaza de parto prematuro (APP) presentan un mayor riesgo de padecer TEA, siendo un grupo nunca antes descrito y con características que los diferencian de otras poblaciones de riesgo.
Este trabajo forma parte de un proyecto más amplio que dirige la Dra. Ana García Blanco y que se centra en el seguimiento de niños/as desde que la madre sufre una APP hasta que cumplen seis años de edad, a fin de identificar variaciones epigenómicas asociadas al inicio y curso de los trastornos del neurodesarrollo en prematuros.
El reciente estudio, de corte longitudinal, incluye una muestra de 111 díadas madre-bebé reclutadas en el momento del diagnóstico de la APP como grupo experimental, y con una muestra de 47 díadas madre-bebé sanos como grupo de control.
Los resultados de este estudio han mostrado que, independientemente de que al final se diera un parto prematuro, los bebés nacidos tras una APP presentaron una mayor carga de síntomas del espectro autista a los 30 meses de edad en comparación con los bebés nacidos sin una APP. Mientras que en el grupo de APP el 18% de los niños/as mostraron riesgo de desarrollar TEA, en el grupo sin APP no hubo ningún caso en riesgo de desarrollar TEA. Es más, los bebés nacidos tras una APP mostraron un peor rendimiento en las habilidades de comunicación y de resolución de problemas, de igual manera que presentaron menor sonrisa social y mayor reactividad vocal no dirigida a los 6 meses de vida. Dichas alteraciones predicen una mayor carga de síntomas del espectro autista a los 30 meses.
Otro factor predictor de una mayor carga de síntomas del espectro autista a los 30 meses de edad es la presencia de síntomas de ansiedad en las madres diagnosticadas con APP. En comparación con otras poblaciones de riesgo, como los hermanos de niños/as con TEA, este clúster no se asocia a causas genéticas, presenta la misma prevalencia en ambos sexos, los síntomas no suelen ser tan severos y tiene una mejor respuesta ante la intervención precoz, mejorando así la funcionalidad del niño/a a largo plazo.
La amenaza de parto prematuro como evento estresante
Según Ana García Blanco, autora principal del estudio, este resultado era esperable “porque la amenaza de parto prematuro supone un evento estresante para la gestante y es bien sabido que el estrés durante la gestación altera el neurodesarrollo fetal”. No solo eso, sufrir una APP conduce a un tratamiento que modifica la secreción de oxitocina y la administración de glucocorticoides, cuyas vías fisiopatológicas han sido asociadas con los TEA. Además, en cuanto a la manifestación de síntomas de los TEA, la experta añade “la forma de manifestarse durante los primeros meses de vida no es tanto en alteraciones del comportamiento o los intereses, sino más bien en la comunicación, en la resolución de problemas y en la sonrisa social”.
Los/as autores/as del estudio defienden que es importante continuar estudiando este nuevo clúster de la población, a fin de obtener más información sobre los procesos fisiopatológicos de los TEA. En palabras de la Dra. García Blanco, “es importante entender el autismo desde la etapa perinatal; la detección precoz de estos signos ayudará a establecer una intervención temprana cuando el diagnóstico no esté plenamente establecido y, de ese modo, mejorar su pronóstico”. Estos hallazgos ponen de relevancia la necesidad de una evaluación rutinaria de los bebés nacidos tras una APP, así como de la detección de los síntomas resultantes del impacto psicofisiológico que este tipo de evento puede tener sobre las madres.
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