El vínculo entre el tipo de parto y el trastorno por estrés postraumático
Un estudio llevado a cabo por expertos en salud mental perinatal del Masachusetts General Hospital (EUA) muestra que el tipo de parto, y el modo en el que este es vivido, sí influye en la salud mental materna.
Desde el Masachusetts General Hospital (EUA) y la Harvard Medical School (EUA) la doctora en psicología Sharon Dekel lidera este estudio que pretende determinar el vínculo entre el tipo de parto y el trastorno por estrés postraumático (TEPT). A ella se suma el también doctor en psicología Tsachi Ein-Dor del Interdisciplinary Center Herzliya (Israel), la Dra. Zohar Berman, investigadora de la Harvard University (EUA), la Dra. Ida Barsoumian del Masachusetts General Hospital (EUA), la Dra. Sonika Agarwal, neuróloga del mismo cetro y el Dr. Roger Pitman, psiquiatra experto en TEPT en los dos centros anteriormente mencionados.
Hay factores pre-mórbidos, como la edad, la primiparidad y el historial de salud mental, que pueden suponer un riesgo para el desarrollo de psicopatología en el período del posparto, así como la presencia de complicaciones obstétricas durante el parto. La evidencia respecto al tipo de parto es inconsistente.
Respecto la depresión posparto (DPP) se ha evidenciado que la baja autopercepción de control en el momento del parto, haber sido víctima de la violencia obstétrica y desregulaciones en la secreción de oxitocina, predicen alteraciones en el estado de ánimo. Por otro lado, también hay estudios que ponen de manifiesto que la cesárea no solo no produce trastornos del estado de ánimo, sino que puede llegar a ser un factor protector de la DPP, ya que las mujeres reciben preparación para esta cirugía y tienen un gran apoyo después del nacimiento.
Dada la frágil literatura referente a la relación entre el tipo de parto y la salud mental de la madre, y que la mayor parte de esta es en relación a la DPP, los autores del estudio pretenden encontrar relaciones entre el tipo de parto y presencia de sintomatología relativa al (TEPT).
El 22,2% de las mujeres del estudio tuvieron un parto natural (PN), el 34,7% un parto vaginal (PV), el 7,2% un parto vaginal instrumentalizado (PVI), un 19,3% una cesárea planificada (CP) y un 16,6% una cesárea no planificada (CNP).
En referencia a la sintomatología de estado se observó que las madres que pasaron por una CNP, una CP o un PVI presentaban más somatizaciones, obsesiones, depresión, ansiedad y hostilidad que las mujeres que tuvieron un PN o un PV. Del mismo modo, las que recibieron una CNP mostraban mayor psicoticismo e ideación paranoide que el resto de participantes.
Sobre el TEPT se determinó que aquellas que habían recibido una CNP mostraban niveles más altos de sintomatología relativa al TEPT, así como lo hacían las mujeres que habían pasado por un PVI o una CP sobre las que tuvieron un PN o un PV. Más específicamente, la práctica de la cesárea no planificada aumenta tres veces el riesgo a desarrollar TEPT sobre el parto natural.
A modo de conclusión se puede afirmar que el tipo de parto y la vivencia del mismo están implicados con el estado mental de la madre en el posparto. Las mujeres que han recibido intervenciones obstétricas durante el parto, como la cesárea o el parto vaginal instrumentalizado, desarrollan mayor malestar psicológico. Además, pasar por una CNP aumenta la vulnerabilidad de la mujer a sufrir problemas psiquiátricos y, más concretamente, TEPT, porqué se percibe una amenaza al propio bienestar.
Por ese motivo es necesario concienciar a los profesionales y pacientes sobre las consecuencias de estas prácticas, las cuales se deberían minimizar al máximo y recomendar (siempre teniendo en cuenta las características psicológicas de las pacientes) solo en aquellos casos que sean imprescindibles para mantener la salud de la madre.