¿Pueden la ansiedad y depresión preconcepcionales afectar al vínculo madre-bebé?
La presencia de alteraciones en el vínculo madre-bebé puede ser explicada por la existencia de antecedentes de sintomatología depresiva y ansiosa en la mujer décadas antes de convertirse en madre, sobre todo si estos síntomas aparecen en el inicio de la edad adulta. Dichos hallazgos permiten desarrollar programas de intervención específicos orientados a todas las mujeres en edad reproductiva, es decir, desde la adolescencia hasta la crianza, pasando por el inicio de la edad adulta y la maternidad.
Establecer un vínculo materno-infantil temprano y robusto es clave para la supervivencia del bebé y para el desarrollo del proceso del regulación emocional y social. Este vínculo permite generar experiencias maternas afectivas que motivan las conductas de cuidado y las respuestas pertinentes para garantizar la supervivencia del bebé y un desarrollo saludable.
Presentar dificultades en el establecimiento de este vínculo no es un suceso aislado; de hecho, entre el 10 y el 25% de las mujeres que acaban de dar a luz, reportan problemas a la hora de establecer el vínculo. Son muchas las reacciones que estas pueden mostrar hacia el bebé, desde emociones de ansiedad, hostilidad y respuestas agresivas hasta rechazo de su hijo/a. Consecuentemente, estos bebés presentan un mayor riesgo de desarrollar dificultades de vinculación, alteraciones cognitivas y disrregulación emocional y conductual a lo largo de su vida.
Cuando se tienen en cuenta los factores de riesgo implicados en la ausencia de un vínculo materno-infantil seguro, la depresión perinatal (DP) ocupa un papel central. Recientemente, se ha observado que la depresión posparto (DPP) no surge durante el embarazo, sino que está precedida por dificultades similares anteriores a la gestación, concretamente, en la adolescencia y en el inicio de la edad adulta. Este mayor conocimiento sobre el origen de la DPP pone sobre la mesa una cuestión de gran relevancia: hasta qué punto la salud mental preconcepción puede predecir los problemas de vinculación materno-infantil. De ser así, se estaría abriendo la posibilidad de abordar de raíz las causas que interfieren en el establecimiento del vínculo antes de convertirse en madre.
Teniendo en cuenta esta evidencia, el presente estudio se plantea como objetivo examinar hasta qué punto la elevada presencia de síntomas depresivos y ansiosos existentes desde la adolescencia hasta el inicio de la edad adulta, y antes del embarazo, pueden predecir problemas con el establecimiento del vínculo materno-infantil a los 2 y 12 meses posparto.
La metodología
Para llevar a cabo este estudio se usaron los datos del Victorian Intergenerational Health Cohort Study (VIHCS), un estudio prospectivo de los predictores preconcepcionales de la salud de los bebés y niños/as. En esta investigación se incluyeron 1943 estudiantes de secundaria, de los cuales 1000 fueron mujeres a quienes se les evaluó variables psicosociales y de salud mental en diferentes rangos de edad. Durante la adolescencia (de los 15 a los 18 años) estos parámetros se evaluaron bianualmente, mientras que durante el inicio de la edad adulta (de los 24 a los 29 años) se evaluaron en tres momentos diferentes. Asimismo, cuando las participantes se encontraban entre los 29 y 35 años, se les preguntaba bianualmente si eran madres o estaban embarazadas. En caso afirmativo, se las localizaba mediante una llamada telefónica en la que se les entrevistaba en el tercer trimestre de embarazo, en el segundo mes posparto y en los 12 meses posparto.
Los síntomas de depresión y ansiedad en la adolescencia se evaluaron mediante la versión computarizada de la Clinical Interview Schedule (CIS-R), mientras que para estos síntomas en el inicio de la edad adulta se utilizó el General Health Questionnaire (GHQ-12). Además, las participantes tenían que especificar la persistencia de la sintomatología ansiosa y depresiva desde la adolescencia hasta la edad adulta según si la sintomatología no era elevada, si solamente era elevada durante la adolescencia, si solo era alta en el inicio de la edad adulta o si los síntomas eran elevados durante la adolescencia y la edad adulta. Siguiendo con la evaluación en la etapa perinatal, para evaluar el vínculo materno-infantil se empleó el Pospartum Bonding Questionnaire (PBQ). Finalmente, la Edinburgh Postnatal Depression Scale se utilizó para la valoración de sintomatología depresiva materna a los 2 y 12 meses posparto.
Depresión y ansiedad preconcepcional y su relación con el vínculo materno-infantil
Los resultados arrojados por el presente estudio ponen de manifiesto que la elevada presencia de sintomatología depresiva y ansiosa en las décadas previas al embarazo se asocia con mayores dificultades en el vínculo materno-infantil en el primer año posparto. Este suceso se da especialmente en aquellas mujeres que presentan una historia de síntomas depresivos y ansiosos durante el inicio de la edad adulta, independientemente de si estos síntomas han aparecido por primera vez en esta etapa de la vida o ya estaban presentes en la adolescencia. Además, es importante destacar que esta asociación era más fuerte entre los 2 y 12 meses posparto. Estas conclusiones van en consonancia con la literatura existente, ya que la elevada proporción de mujeres jóvenes que reportan niveles altos de síntomas depresivos y ansiosos sugiere que prestar atención a la salud mental de las niñas y las mujeres antes de convertirse en madres, no solamente produce beneficios contemporáneos, sino que puede ser beneficioso para reducir los problemas de vinculación madre-bebé a largo plazo.
Estos hallazgos indican que los antecedentes de la depresión y la ansiedad materna pueden interferir de diferentes modos en el establecimiento del vínculo materno-infantil, yendo más allá de la reacción de ansiedad propia de la madre hacia el bebé, esto es, con un aumento de las emociones de enfado y hostilidad, las cuales forman parte del resultado de problemas tempranos de regulación emocional. En otras palabras, aquellas mujeres que presentan alteraciones en el establecimiento del vínculo madre-bebé es más probable que sean aquellas que entran en la maternidad con una vulnerabilidad preexistente. Otra posible explicación es que las mujeres con síntomas preexistentes de depresión y ansiedad presenten más dificultades en el establecimiento de relaciones sociales, las cuales pueden prolongarse hasta el embarazo y la maternidad.
A modo de conclusión
Las alteraciones tempranas en el vínculo materno-infantil suelen preceder a problemas emocionales y conductuales durante la infancia, así como a problemas de salud mental que pueden aparecer en la edad adulta. Los protocolos actuales de intervención sobre el vínculo materno-infantil que suelen poner el foco en el período perinatal resultan tener una eficacia limitada. Por lo tanto, los resultados aportados por este estudio muestran que los problemas derivados de una vinculación desorganizada pueden detectarse antes del embarazo, mediante la presencia de antecedentes de síntomas depresivos y ansiosos en la madre , motivo por el que la atención a la salud mental de las mujeres jóvenes debe promoverse durante toda la etapa reproductiva de la mujer, lo que abarca desde la adolescencia hasta la crianza, pasando por el inicio de la edad adulta y por la maternidad.
Enlaces utilizados para la elaboración de la noticia:
Olsson, C.A., Spry, E.A., Alway, Y. et al. (2020). Preconception depression and anxiety symptoms and maternal-infant bonding: a 20-year intergenerational cohort study. Arch Womens Ment Health. doi: 10.1007/s00737-020-01081-5