Riesgos de la COVID-19 sobre el embarazo: una revisión de la literatura

// Salud Mental Perinatal
Una vez más la evidencia demuestra que la hipótesis de la transmisión vertical de la COVID-19 no se sustenta, aunque es altamente recomendable que las gestantes, madres y bebés que estén contagiados sean monitorizados antes y después del parto por el equipo médico de referencia a fin de evitar complicaciones.

Con la aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19) son muchos los protocolos de prevención y manejo de la enfermedad que se han puesto en marcha. Sin embargo, los expertos aún no han determinado la forma exacta en la que se transmite el virus, aunque sí han podido precisar que este se expande a través de pequeñas gotas y partículas respiratorias, como en el caso de la gripe, llegando a provocar neumonía en los casos más graves.

A medida que el virus se ha ido propagando, los investigadores y sanitarios dedicados al cuidado materno-infantil se han visto asaltados por preocupaciones acerca de la transmisión de la enfermedad de la madre al feto. Además, es sabido que la neumonía vírica es la principal causa de muerte por infección no obstétrica durante el embarazo.

Dada la relación presentada anteriormente entre el embarazo y la neumonía vírica, las autoras del estudio publicado en la revista Archives of Academic Emergency Medicine se preguntaron si los síntomas de neumonía en embarazadas difieren de los que pueden presentar las mujeres no gestantes, así como cuán probables son la muerta materna y neonatal en las presentes circunstancias. Del mismo modo, también se pretende conocer si la COVID-19 puede provocar complicaciones durante el embarazo y parto, como el parto prematuro, y si se puede transmitir verticalmente de madre a hijo.

Los artículos seleccionados para la revisión

Para llevar a cabo esta revisión se seleccionaron todos los manuscritos que hacían referencia a la transmisión intrauterina de la COVID-19. En un principio se recogieron los 913 artículos publicados hasta la fecha en este campo en diversas bases de datos. Después de leer los títulos y resúmenes de cada uno y de descartar los duplicados, se tuvieron en cuenta los datos aportados por 13 artículos.

La evidencia sugiere descartar la hipótesis de la transmisión vertical

Las 37 gestantes que dieron positivo en COVID-19 tenían edades comprendidas entre los 23 y 40 años y dieron a luz a 38 bebés (hubo un par de gemelos). A 29 de ellas (78%) se les realizó una cesárea, mientras que el resto (22%) tuvo un parto vaginal. En cuanto a los partos prematuros, estos representan un 19% de la muestra. Cabe destacar que ninguna de ellas necesitó ventilación mecánica después del parto y solamente fueron tratadas con antivirales, antibióticos y oxigenoterapia. Finalmente, se produjo un fallecimiento en la unidad de neonatología y otra mujer y su bebé necesitaron ser ingresados respectivamente en la UCI y en la UCIN.

Los síntomas más comunes fueron tos, fiebre y dolor en el pecho, así como linfopenia, tal y como indicaron las pruebas de laboratorio practicadas a las gestantes. Asimismo, a través de tomografía computarizada se pudieron observar infiltraciones de SARS-CoV-2 en dos gestantes en el momento del parto y en dos más que se contagiaron después del parto. El resto de embarazadas ya presentaba la enfermedad en el momento de la hospitalización.

Todas las mujeres de la muestra dieron a luz a bebés completamente sanos, con puntuaciones de 8 a 10 en el test Apgar. Igualmente, no se registraron alteraciones en el líquido amniótico, cianosis, asfixia, abortos ni enfermedades congénitas. Para saber si había habido contagios en la descendencia, se recogieron muestras de la garganta del recién nacido, del cordón umbilical, del líquido amniótico, de las deposiciones y de la sangre de los recién nacidos y de la leche materna. Según los resultados de los análisis, toda la descendencia que resultó contagiada fue a través de la tos de la madre o de algún familiar, o a través del ambiente contaminado, entre 5 y 17 días después de nacer. Los síntomas más comunes de la descendencia fueron: taquipnea, regurgitación de la leche, vómitos, tos y fiebre.

Según la evidencia revisada no se sostiene la posibilidad de la transmisión vertical de la COVID-19 de la madre al feto, ni tampoco a través de la lactancia materna, aunque es necesaria más investigación. Ante estos resultados es recomendable que aquellas mujeres contagiadas o de las que se tenga la sospecha de que lo pueden estar, sean monitoreadas antes y después del parto. A esta medida se suma la importancia de que madre e hijo estén cuidados en una habitación aislada para prevenir la transmisión neonatal.

Los resultados del estudio llevado a cabo por Chen et al. sugieren que los síntomas clínicos de COVID-19 en gestantes no difieren significativamente de los que puede presentar una mujer no embarazada, siendo el dolor en el pecho, las dificultades de respiración y la fiebre los más comunes. Además, el embarazo y el parto no agravan el curso de la sintomatología, así como tampoco lo hace el tipo de parto, ya sea vaginal o por cesárea.

A modo de conclusión, las mujeres que acaban de ser madres y los recién nacidos tienen menos complicaciones de las que se podrían anticipar teniendo en cuenta la información disponible sobre la infección por SARS-CoV-1. Pese a que la muestra de este estudio es pequeña, los hallazgos van en la línea de lo reportado por Zhu et al

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