Las consecuencias de la COVID-19 sobre la salud mental en gestantes y puérperas de China

// Salud Mental Perinatal
El brote de COVID-19 en China ha hecho mella en la salud mental de las gestantes y de las puérperas, puesto que en la fase de remisión de la enfermedad se ha observado un deterioro significativo de la calidad de vida. Uno de los puntos fuertes de este estudio es la advertencia de prestar especial atención sobre las mujeres que han infectado a un familiar o amigo, así como sobre aquellas que han tenido una pérdida perinatal, ya que son las más vulnerables ante la aparición de psicopatología.

Desde la aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que provoca la COVID-19, en el mes de diciembre del año 2019 en China, las autoridades empezaron a implementar medidas eficaces para limitar la rápida transmisión de la enfermedad. No obstante, las rigurosas medidas y políticas dificultaron que los grupos más vulnerables de la población, como las gestantes y puérperas, pudieran acceder a la atención sanitaria continuada.

A medida que iba aumentando la cifra de casos confirmados y fallecimientos por COVID-19, los inconvenientes en el transporte público, las dificultades para acceder a adecuadas intervenciones de seguimiento, la disminución de la atención sanitaria a pacientes no COVID-19 y el riesgo elevado de contraer la enfermedad en hospitales y centros sanitarios, se exacerbó el estrés psicológico en ciertos grupos vulnerables de la sociedad, como son las gestantes, los niños, los mayores, las personas con enfermedades crónicas y las personas con trastornos mentales.

El embarazo es un período caracterizado por una mayor vulnerabilidad a los estresores del ambiente, los cuales pueden aumentar la probabilidad de desarrollar alteraciones psicológicas. Sin embargo, los trastornos mentales en gestantes y puérperas suelen estar infradiagnosticados, ya que pueden confundirse con ciertos síntomas somáticos como la fatiga, las cefaleas, la pérdida de apetito y de energía.

La pandemia por COVID-19 representa un evento vital estresante que deteriora el estado de salud mental de la población general y, más específicamente, el de las mujeres que se encuentran en el período perinatal y que no tienen el respaldo de un sistema de apoyo seguro. En un estudio reciente se pudo observar que un tercio de las gestante y puérperas experimentaron depresión durante la primera oleada de la enfermedad, del mismo modo que las gestantes reportaron tasas más elevadas de depresión después de la declaración de la pandemia por COVID-19 (29,6% vs. 26%). Además del incremento de síntomas depresivos, las mujeres que es encontraban en la etapa perinatal también reportaron más síntomas de ansiedad, disociación, trastorno por estrés postraumático y alteraciones del sueño.

Siguiendo este hilo, las gestantes y puérperas manifestaron un mayor miedo a ser contagiadas y contagiar por COVID-19. En diversos estudios se pudo observar que el miedo a contraer la COVID-19 se asociaba significativamente a la depresión, ansiedad, ideación suicida, y a una peor calidad de vida. Afortunadamente, la literatura actual sugiere que no existe evidencia de infección intrauterina causada por la transmisión vertical del virus en mujeres que desarrollan neumonía causada por la COVID-19 en el tercer trimestre del embarazo.

Hasta la fecha, la evidencia sobre los resultados de salud mental en gestantes y puérperas después de del pico del brote de COVID-19 es escasa, por lo que este estudio pretende 1) evaluar la presencia de síntomas de ansiedad, depresión e insomnio en gestantes y puérperas después del pico del brote de COVID-19 en China; 2) identificar potenciales factores de riesgo sociodemográficos y  clínicos asociados a los síntomas mencionados anteriormente; y 3) examinar la asociación entre el estado de salud mental y la calidad de vida.

El desarrollo del estudio

El presente es un estudio transversal que se desarrolló desde el mes de marzo hasta el mes de junio de 2020 y que incluye diversos hospitales y centros sanitarios del sur de China. Para la inclusión de las participantes se consideraron los siguientes criterios: 1) tener más de 18 años; 2) encontrarse entre la semana 28 de gestación y una semana después de dar a luz; 3) buena comprensión de mandarín o cantonés y 4) haber leído y firmado el consentimiento informado. Cabe destacar que se excluyeron aquellas que presentaban trastornos psiquiátricos preexistentes que dificultaran el desarrollo del estudio.

Después de completar el consentimiento informado, las 625 mujeres incluidas en el estudio pasaron por una entrevista clínica en la que se recogieron datos sociodemográficos y las respuestas a las siguientes cuestiones clínicas: 1) si se tenían amigos, familiares o colegas que se hubieran contagiado de COVID-19; 2) si el brote de COVID-19 había afectado a sus visitas médicas de seguimiento; 3) si se habían experimentado eventos adversos previos relacionados con el embarazo, como una pérdida perinatal; 4) si habían sido diagnosticadas con algún trastorno relacionado con el embarazo, como hipertensión o diabetes gestacional, y 5) si presentaban otras comorbilidades médicas, como trastornos musculoesqueléticos o neurológicos. Después de responder a estas preguntas se les entregó una batería de cuestionarios, que hacían referencia a las variables de estudio, para que los respondieran. Para evaluar la presencia de ansiedad se utilizó el General Anxiety Disorder Questionnaire (GAD), para los síntomas depresivos se empleó la Edinburgh Posnatal Depression Scale (EPDS), el insomnio se valoró utilizando los criterios diagnósticos del DSM-IV y, finalmente, la calidad de vida (en adelante QoL) se evaluó con el World Health Organization Quality of Life Questionnaire (WHOQOL-BREF).

Los hallazgos

Cuando se hace frente a un evento vital estresante las gestantes y puérperas son el grupo que tiende a experimentar más alteraciones psicológicas, a causa de su preocupación por el bebé que aún no ha nacido. En el presente estudio se ha encontrado que la prevalencia de depresión es menor en comparación con los resultados de estudios previos (34,2%), realizados con el mismo instrumento psicométrico, pero durante el pico del brote de COVID-19. El mismo fenómeno se observa en cuanto a las prevalencias de ansiedad e insomnio (31,2% y 19,2%), las cuales son menores que las reportadas por la población general durante el pico de la pandemia. Las estrictas medidas de confinamiento derivaron en una disminución considerable del número de casos de COVID-19, lo que juntamente con los crecientes presupuestos sanitarios, el fácil acceso a los servicios obstétricos y la mejora de la calidad de los servicios clínicos, contribuyó a aliviar el estrés psicológico generado por la COVID-19 en gestantes y puérperas.

Después del anuncio de la transmisión entre humanos y de la declaración del confinamiento en el mes de enero en Wuhan (China), hubo un aumento significativo de la prevalencia de síntomas ansiosos y depresivos entre mujeres embarazadas. Para reducir las consecuencias negativas de las alteraciones psicológicas, los expertos sugirieron implementar tareas de cribado con sistemas adecuados para precisar el diagnóstico e implementar un tratamiento eficaz con un correcto seguimiento. Un mes más tarde, en febrero, se publicó “The Manual of Novel Coronavirus Pneumonia Prevention and Control for Children and Pregnant Women”, herramienta que resultó ser útil para el alivio del estrés psicológico causado por esta situación.

Los estudios previos han mostrado que las políticas estrictas para el manejo de la COVID-19 pueden empeorar el estrés psicológico preexistente y provocar un aumento de emociones negativas, como miedo, agitación, soledad y sensibilidad interpersonal, pudiendo algunos individuos llegar a desarrollar una mayor impulsividad, un uso problemático de alcohol, pensamientos suicidas y síntomas relativos al trastorno de estrés postraumático (TEPT). A mediados del mes de marzo las restricciones se fueron suavizando, por lo que, vista esta tendencia, es razonable pensar que de aquí en adelante la prevalencia de alteraciones psicológicas en mujeres que se encuentran en la etapa perinatal van a ir disminuyendo.

De acuerdo con hallazgos previos, en el presente estudio se ha encontrado que las participantes que infectaron a amigos, familiares o colegas eran más propensas a desarrollar síntomas de ansiedad y depresión. Es posible que las gestantes estuvieran más preocupadas sobre su mayor riesgo de resultar infectadas a causa de la supresión natural del sistema inmunitario durante el embarazo. Consecuentemente, sus preocupaciones sobre la transmisión vertical de la infección al bebé pueden contribuir a la aparición de alteraciones psicológicas. No obstante, cabe destacar que en el presente estudio menos del 10% de las mujeres conocían a alguien infectado por SARS-CoV-2, motivo por el que es necesario desarrollar estudios longitudinales con muestras más grandes, a fin de explorar la relación entre estas dos variables.

Igualmente, a causa de las limitaciones en los servicios de maternidad y ginecología durante el brote de COVID-19, las gestantes pudieron poner en duda la capacidad del sistema sanitario público para ofrecer atención prenatal de calidad. Esta podría ser un potencial motivo que explicaría por qué las mujeres que no pudieron tener una rutina adecuada de seguimiento presentaban un mayor riesgo de experimentar alteraciones psicológicas.

También en consonancia con la evidencia existente, los resultados de este estudio indican que haber pasado por experiencias adversas relacionadas con el embarazo se asocia significativamente a un peor funcionamiento en materia de salud mental. Un meta-análisis reciente confirmó la presencia de asociaciones significativas entre la pérdida perinatal y el aumento de síntomas de ansiedad y depresión en futuros embarazos. De hecho, diversos sucesos adversos relacionados con el embarazo se relacionan con una mayor probabilidad de aparición de problemas mentales en la madre. El evento estresante puede desencadenar reacciones psicológicas adversas y afectar al ajuste psicológico de la mujer.

Por último, resulta relevante mencionar que el riesgo de aparición de alteraciones psicológicas durante el embarazo y el período posnatal aumenta el riesgo de que la madre y el bebé resulten afectados, impactando enormemente sobre su QoL. Las mujeres que reportaron síntomas de ansiedad, depresión y baja calidad del sueño tienden a presentar un mayor riesgo de parto prematuro, larga duración de la tarea de parto y más quejas somáticas, así como un peor vínculo materno-infantil, lo que resulta en una disminución de la QoL. Los estudios previos también indican que las preocupaciones, la depresión, el cansancio y el dolor perineal comprometen seriamente la QoL de la madre. Es más, teniendo en cuenta estos hallazgos, a nivel internacional se ha recomendado la implementación de tareas de cribado para la detección de alteraciones psicológicas, especialmente en crisis de salud pública como la que se está viviendo actualmente.

Enlace utilizado para la elaboración de la noticia:

Zeng, X., Li, W., Sun, H., Luo, X., Garg, S., Liu, T., Zhang, J., & Zhang, Y. (2020). Mental Health Outcomes in Perinatal Women During the Remission Phase of COVID-19 in ChinaFront. Psychiatry 11,571876. doi: 10.3389/fpsyt.2020.571876

NOTICIAS

Este sitio web utiliza Cookies propias y de terceros. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. OK | Más información

Política de cookies +