En estos momentos, en la mayoría de países, la patología mental durante el embarazo y/o el posparto pasa desapercibida, no se detecta y, a pesar de que se dispone de terapias e intervenciones eficaces, las madres no reciben los tratamientos necesarios para su recuperación.
Sabemos que la falta de tratamiento tiene consecuencias a corto y largo plazo, tanto para la madre como para el recién nacido, que a veces pueden ser trágicas. Sin la detección, comprensión, cuidado, apoyo y tratamiento el impacto de estas enfermedades puede ser devastador en las mujeres afectadas, en sus parejas y en sus familias.
Por ello es necesaria la formación de profesionales en esta área, la inclusión de la evaluación y atención a la salud mental en los protocolos de seguimiento del embarazo/posparto y la creación de dispositivos específicos para la intervención hospitalaria, como las Unidades Madre-‐Bebé, que ya funcionan en algunos países como Reino Unido, Francia y Australia.